A un costado de la alameda central se construyó durante el virreinato un edificio, el convento de Santa Isabel. Tras la desamortización de los bienes eclesiásticos en 1867 el convento fue convertido en casas particulares y el templo en fábrica de sedas. Para 1906 se demolió toda construcción en esa manzana para levantar en el sitio el nuevo Teatro Nacional, encargado por el presidente Porfirio Díaz al arquitecto italiano Adamo Boari. El proyecto sería un enorme palacio de mármol blanco en el estilo Art Nouveau.
En 1916 estaba acabado el exterior y se comenzaban las cúpulas cuando Boari tuvo que dejar el país por la inestabilidad que generó la revolución de 1910. Entre 1917 y 1929 el edificio no conoció avances importantes hasta que en 1930 se hizo cargo del proyecto el arquitecto mexicano Federico Mariscal, quien dotó al interior del edifico de un estilo Art Déco con elementos inspirados en el pasado prehispánico. Fue inaugurado el sábado 29 de septiembre de 1934 por el presidente Abelardo L. Rodríguez, se estrenó la pieza Llamadas, sinfonía proletaria de Carlos Chávez.
Posee un fabuloso telón de cristal opalescente diseñado por Harry Stoner que recupera la vista de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl que se apreciaba desde Palacio Nacional a principios de siglo XX. La cortina fue elaborada en Nueva York por la Casa Louis C. Tiffany. En el plafón del techo de la Sala de Conciertos se admira un vitral diseñado por el húngaro Géza Maróti con el tema de Apolo y las Musas. Los pintores Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Rufino Tamayo y Jorge González Camarena plasmaron murales en las paredes del recinto; con el tiempo se han sumado obras de Roberto Montenegro y Manuel Rodríguez Lozano.
Ubicación: Eje Central y Avenida Juárez, centro histórico.